Situado en el Pirineo en la muga con Francia y Huesca, el Valle de Roncal ofrece una acusada personalidad forjada a base de tradiciones ancestrales, una sabrosa gastronomía y naturaleza en estado puro.
Siete pueblos únicos componen este valle cuyos principales recursos son la explotación forestal, la ganadería y el turismo. Burgui, Vidángoz, Garde, Roncal, Urzainqui, Isaba y Uztárroz son las siete perlas de este valle.
El río Esca cruza el valle de norte a sur regando las orillas de sus pueblos empedrados con cuidados caseríos apiñados, tejados inclinados y humeantes chimeneas. Y sus aguas, que han construido impresionantes espectáculos naturales como la foz de Burgui, fueron surcadas durante siglos por los almadieros, a quienes se homenajea cada primavera.
Bosques, pistas de esquí de fondo, tradiciones únicas como el Tributo de las Tres Vacas o el Día de la Almadía, gastronomía de calidad como el queso Roncal o las migas de pastor, museos dedicados a personajes ilustres como el del tenor Julián Gayarre, senderos de distintos desniveles como el Camino de Zemeto, cumbres elevadas como la Mesa de los Tres Reyes (la más alta de Navarra), esculturas premiadas como el Mausoleo de Julián Gayarre, plazas floridas, paisajes indómitos como Larra en Belagua y rincones de cuento.
Un valle para recorrerlo sin prisa y fotografiarlo.
Un valle para vivirlo.
- Belagua -
El Valle de Belagua es el ecosistema más relevante del Valle de Roncal, con alturas que oscilan entre los 1.100 metros y los 2.428 metros y una extensión de 2.789 hectáreas. Un enclave donde la naturaleza y la historia se funden.
En el interior de éste valle glaciar, el único existente en Navarra, se encuentra la Reserva Natural de Larra, que acoge el más singular y representativo de los ecosistemas pirenaicos y constituye uno de los parajes kársticos más impresionantes de Europa; la Reserva Natural de Aztaparreta y la Reserva Integral de Ukerdi. Estos parajes están protegidos por ley debido a su alto valor ecológico.
Al Valle de Belagua se accede desde Isaba por una carretera que conduce hasta la Piedra de San Martín, a más de 1.750 metros de altitud, y donde se celebra cada año el 13 de julio el tradicional Tributo de las Tres Vacas. En el camino quedan rincones, simas, reservas, montañas, pistas de esquí, barrancos, bosques, cascadas, flora, fauna: el frescor del Pirineo.
Las cumbres más altas y conocidas del Pirineo navarro -la Mesa de los Tres Reyes (2.442 m), Ukerdi (2.038 m), Budogia (2.367 m), Ezkaurre (2.045 m), Arlas (2.045 m) Txamantxoia, Lakartxela, Lákora- y otras próximas como el Anie (2.507 m), Petrechema (2.374 m) o Acherito, presiden y realzan este amplio valle donde conviven en perfecta armonía desde hace siglos personas, animales y bosques.
Ovejas, vacas y yeguas ocupan los pastos comunales, mientras que los rincones más recónditos acogen a especies animales como el oso pardo, el urogallo, el sarrio, la marmota, el armiño, la perdiz, el águila real, el pitonegro o el quebrantahuesos, algunas de ellas en peligro de extinción.
Los amantes de los deportes de naturaleza encuentran un paraíso en Belagua. Junto a la práctica del montañismo -es el lugar ideal para iniciarse en las ascensiones a cumbres que superan los 2.000 metros-, la oferta deportiva es tan variada como atractiva. Así, con la llegada del buen tiempo puede recorrer numerosas pistas en bicicleta de montaña, hacer senderismo, descender por barrancos o disfrutar de un paisaje único desde un parapente.
Y para el invierno, Belagua cuenta con más de 35 kilómetros para la práctica del esquí nórdico o de fondo repartidos en siete pistas pisadas y balizadas. También en esta época puede disfrutar de variados paseos en raquetas de nieve por idílicos bosques.
Puede realizar las actividades por su cuenta o a través de las diversas empresas especializadas existentes en la zona.
En Larra, hay que tener cuidado con las abundantes simas. La más conocida es la de la Piedra de San Martín, una de las más altas de Europa y con una caída vertical de más de 1.200 metros que le ha convertido en una de las preferidas por los amantes de la espeleología. Cuenta en su interior con una enorme y espectacular sala, la Sala de la Verna, a la que se accede desde territorio francés (Sainte-Engrâce) y donde se ofrecen visitas guiadas. Esta sala tiene 160 metros de ancho, alrededor de 200 de largo y, en algunos puntos, más de 160 de altura, además de contar con una gran cascada de más de 80 metros de altura en uno de sus extremos.
Las cualidades naturales de este valle, así como sus senderos y sus cumbres, hacen que cualquiera de las cuatro estaciones del año sean un buen momento para acercarse a él.
Un paraje de ensueño, de los que se ven y no se olvidan.
Se encuentra en un entorno natural privilegiado en el corazón del Valle del Roncal, con bellas casas blasonadas y estrechas calles empedradas. De especial interés son la Iglesia-fortaleza gótico-renacentista de Santiago y entre sus tradiciones el baile "Thun thun" con tres danzas, la bajada de las almadías y su oferta gastronómica donde destacan las migas pastoriles o el queso de oveja roncalés.
El pueblo cuenta con los servicios necesarios para una agradable estancia como: supermercado, bar / restaurante, frontón cubierto, jardín con columpios y piscina municipal.